Opinión

‘Unidad’ en la oposición, ¿de veras?

19 de diciembre de 2024 (LR)

Terminadas las desahuciadas elecciones judiciales, se inaugura la carrera por las elecciones generales previstas para el 17 de agosto de 2025. Si bien restan cortos meses, los afanes electorales comienzan a develarse con mediana claridad.

El alcalde Manfred Reyes Villa acaba de lograr la personería jurídica de su partido, Súmate; el expresidente Jorge Quiroga se proclamó candidato con la sigla que abandonó a Carlos Mesa, el Frente de Izquierda Revolucionaria (FRI), y Eva Copa, anunció la línea de su incipiente partido, Movimiento de Renovación Nacional (Morena): ni extrema izquierda ni de extrema derecha, “algo progresivo”.

Más temprano, en 2023, el rector de la Universidad Gabriel René Moreno, Vicente Cuéllar, revivió al Movimiento Sin Miedo (MSM), del otrora alcalde y diputado Juan del Granado, y conformó su alianza Cambio25, todavía no registrada. En las redes sociales, Amparo Ballivián, otrora mujer fuerte de la Aduana Nacional, anda buscándose espacio.

Samuel Doria Medina, con un par de visitas en la cárcel de Chonchocoro a Luis Fernando Camacho, y en solitario, recorre el país y los medios para exponer su plan de gobierno.

En tanto, Carlos Mesa, ahora sin el FRI, parece resignar su llegada al poder de forma directa. Sus allegados develaron que su propósito es lograr la unidad de la oposición incluso en desmedro de su posible candidatura.

Sin mayores novedades más que su línea mileísta y el desempolvado Partido Liberal, Branko Marinkovic (proclamado candidato en Brasil), Miguel Roca y Antonio Saravia también dicen ser la nueva opción.

Más periféricos, por ahí pululan aún sin partido Chi Hyun Chung y el “capitán” Edman Lara, proclamados candidatos. Y Leopoldo Chui, considerado “preso político”. Quizás la lista sea un poco más larga.

El propósito final —otra vez desde 2005— es ganarle al Movimiento Al Socialismo (MAS), ahora en sus peores momentos, pero con opciones aún. La encarnizada lucha interna ha terminado de despojar la sigla, la eterna jefatura y la candidatura de Evo Morales, quien, a pesar de su inhabilitación, porfía por su enésima postulación presidencial, apoyado principalmente por su bastión del Chapare.

Mientras, el presidente Luis Arce, con las diversas encuestas en su contra y una popularidad por los suelos como la misma economía y la institucionalidad del país, mantiene aún silencio por su repostulación, aunque su entorno ya le sopló al oído sobre sus posibilidades. Tiene el respaldo de la sigla del MAS, pero la débil impronta del nuevo jefe partidario, Grover García, no es prenda de garantía.

En ese estado de cosas, apareció en las últimas semanas el empresario Marcelo Claure, quien, sabiendo que constitucionalmente no puede ser candidato, ha volcado sus esfuerzos por promover una candidatura única de la oposición para derrotar al MAS en 2019.

Declarado mileísta, trumpista y anti Arce, cuya línea lo delata ante los electores, hizo unas encuestas que causaron más repercusión en contra que a favor. Incluso propuso un plan de gobierno y promueve elecciones primarias en la oposición para, finalmente, decantarse por uno y financiarlo luego.

¿Será la fórmula apadrinar la política?

Son más de dos décadas que la oposición no encuentra la fórmula para derrotar al MAS y la única que logró, en 2019, fue inconstitucional. En cada elección, al menos desde 2009, su objetivo fue la unidad. No lo logró nunca.

Al contrario, tuvo éxitos locales y departamentales, con alcaldes y gobernadores que no terminaron en proyectarse en todo el país.

¿Es la unidad de la oposición posible? ¿De veras lo creen? Con candidatos reciclados y cada uno buscando unidad en torno suyo, no tiene posibilidades aún, salvo algún outsider —que ni por asomo aparece a estas alturas— que rompa los esquemas. Ni así. En esta política, la unidad en la diversidad es imposible.

Por Rubén Atahuichi es periodista.

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