7 de noviembre de 2024
Dentro de la escala Richter política esto fue, literalmente, matador. Lo que se suponía que iba a ser un show liberal totalitario fue brutal e inceremoniosamente botado del parque, cualquier parque. Incluso antes del día de las elecciones, el pensamiento crítico estaba claro del nivel de las apuestas. Kamala ganaba con fraude. Sin fraude, ganaba Trump. Hubo, en el mejor de los casos, intentos —fallidos— de ejecutarlos. La pregunta clave se mantiene: ¿Qué es lo que en realidad quiere el estado profundo estadounidense?
Mi correo está infestado con montones de informes llorosos del thintaklandia estadounidense preguntándose, incrédulamente, cómo fue posible que Kamala perdiera. Es bastante sencillo: aparte de su mera incompetencia, mediocridad total risotéandola a todo volumen. El legado de la administración de la que ella forma parte es abominable, desde el Biden maniquí hasta Blinkie, el pequeño carnicero.
En lugar de molestarse por hacer algo para subsanar el estado abismal de las cosas, a todo nivel, relacionado a esa entidad mítica denominada “el pueblo estadounidense”, eligieron invertirlo todo en una guerra proxy fabricada por los neoconservadores para infligirle una “derrota estratégica” a Rusia, robándose sus activos, desencadenando un tsunami de sanciones, enviando “armas maravillas”, las wunderwaffen. El uso de Ucrania como arma condujo a incontables muertos ucranianos y a la inevitable humillación cósmica de la OTAN sobre el negro suelo de Novorrusia.
Invirtieron todo para apoyar un genocidio en Gaza conducido por un enorme arsenal de armas estadounidenses: una limpieza étnica, codificada como lebensraum, con operación de exterminio dirigida por un puñado de psicópatas talmúdicos y mercadeado bajo “el orden internacional basado en reglas” esputado por el carnicero Blinkie en todos los encuentros bilaterales y multilaterales.
No es ninguna sorpresa que Asia Occidental, y el Sur Global en general, temprano recibieron el mensaje de lo que pudiera pasar a cualquiera que osadamente decida ir contra los “intereses” del hegemón. Por eso el contragolpe: el fortalecimiento de los Brics y los Brics+, celebrado para que lo vea todo el mundo hace dos semanas en Kazán.
Al menos esta administración tuvo el mérito de fortalecer los lazos entre todas las “amenazas existenciales” del imperio: tres de los Brics (Rusia, China, Irán), además de la indomable Corea del Norte. Todo esto en contraste con una victoria táctica exigua que puede que no dure mucho: la vasallización absoluta de Europa.
Ucrania colgando del cuello europeo
Por supuesto, la política exterior no gana elecciones en Estados Unidos. Los estadounidenses tendrán que resolver sus dilemas, o sumirse en una guerra civil. En cuanto al bulto de la mayoría global, no alberga ninguna ilusión. El mensaje codificado del terremotrump es que gana el lobby sionista, de nuevo. Tal vez de forma no tan unánime si consideramos todas las hebras de neoconservadores y sioconservadores.
Wall Street gana de nuevo —así lo dijo Larry Fink, de BlackRock, incluso antes de la cita electoral—. Y silos prominentes a lo largo del estado profundo también ganan de nuevo. Esto demanda una pregunta modificada: ¿Qué pasa si Trump se siente lo suficientemente envalentonado luego del 25 de enero como para lanzar una purga estalinista del estado profundo?
El día de las elecciones avanzó casi en simultáneo con la reunión anual del Club Valdai en Sochi, donde, sin sorpresas, la superestrella fue el eminente geopolítico Serguéi Karaganov. Por supuesto, se refirió directamente a las guerras eternas del imperio: “Vivimos en tiempos bíblicos”.
E incluso antes del terremotrump Karaganov enfatizó, calmadamente, que “derrotaremos a Occidente en Ucrania sin tener que apelar a medios decisivos”. Y que eso “permitirá una retirada pacífica de los Estados Unidos, que se convertirá en un superpoder normal”. Europa, mientras tanto, “se moverá a los márgenes de la historia”.
Todo eso dio en el clavo. Pero luego Karaganov introdujo un concepto sorprendente: “La guerra en Ucrania es un reemplazo de la Tercera Guerra Mundial. Después de eso, podemos acordar algún tipo de orden en Eurasia”.
Esa sería la “indivisibilidad de la seguridad” que Putin le propuso a Washington —que la rechazó— en diciembre de 2021, parte de la “Asociación de la Gran Eurasia” que fue conceptualizada por el propio Karaganov.
Pero el problema, no obstante, es su conclusión: “Hagamos que la guerra en Ucrania sea la última gran guerra del siglo XXI”.
Pues sí, ese es el tema: la verdadera gran guerra en realidad es Eretz Israel versus el Eje de la Resistencia en Asia Occidental.
Hagamos una parada rápida en Europa antes de entrar en la sustancia de este tema. El terremotrump está listo para dejar a Ucrania colgando sobre el cuello de Europa como un albatros exuberante. Dicho de forma taquigráfica: sale el dinero norteamericano financiando el nacido para fracasar “proyecto Ucrania”. Entra el dinero alemán llenando las arcas del lobby de las armas dentro del Micimatt, el acrónimo creado por Ray McGovern: el complejo militar-industrial-congresional-de inteligencia-medios-academia-think tanks.
El Departamento del Tesoro emitió un memorando interno válido hasta el 30 de abril de 2025 —cuando Trump ya tenga tres meses en el poder— que va a permitir transacciones con bancos rusos o cualquier cosa relacionada con petróleo, gas natural, madera y cualquier tipo de uranio.
En cuanto a la crédula Unión Europea controlada desde Bruselas, pagarán la pesada carga por armar al cuarto trasero Ucrania mientras aceptaban ola tras ola de nuevos refugiados, diciéndole adiós a cualquier fondo ya invertido en ese enorme agujero negro.
Cuidado con el aspirante a Tony Soprano
Si se toma al pie de la letra, el terremotrump está destinado a hacer aun más del dólar un arma; Trump ha amenazado, consta en acta, con meter en la lista negra a cualquier nación que use otra divisa en el comercio internacional. Los socios del Brics y del Brics+ tomaron nota, y esto acelerará las pruebas de todos los modelos en el laboratorio Brics inclinándose por un sistema de arreglos comerciales multiniveles.
Los Bris y la mayoría global también saben que Trump, de hecho, firmó las sanciones contra el Nord Stream, cuando recientemente se refirió a “matar” el gasoducto. Y también saben que hizo menos que cero durante Trump 1.0 por buscar una solución a la guerra por delegación en Ucrania.
Y ahora llegamos al factor decisivo. Trump destruyó, personalmente, el acuerdo nuclear con Irán, negociado por el P5+1 (los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania). Moscú —y Beijing— saben perfectamente bien cómo esto condujo a más desestabilización en toda Asia Occidental, en conjunción con el asesinato del general Soleimani ordenado por el mismo Trump, lo que dio inicio a lo que he llamado la década rabiosa.
Por último, pero no por eso menos importante, Trump organizó el rimbombantemente llamado “Acuerdo del siglo”: los Acuerdos de Abraham que, de implementarse, enterrarán para siempre la posibilidad de una solución de los dos Estados en Palestina.
El acuerdo —que puede considerarse tan nefasto como la declaración Balfour de 1917— puede que esté en coma. Pero el amigo de Whatsapp del príncipe Bin Salman, Jared Kushner, está de vuelta, y con toda seguridad renovará la presión. Bin Salman todavía no se ha decidido cuando se trata de los Brics. Trump se volverá loco si el príncipe saudita comienza a dar pasos incrementales para navegar rumbo al petroyuan.
Todo esto nos conduce a un personaje supremamente inefable, el aspirante a Tony Soprano Mike Pompeo, quien es un candidato serio a convertirse en el jefe del Pentágono. Esto anuncia grandes problemas en el futuro. Pompeo ya fue director de la CIA y del Departamento de Estado bajo Trump 1.0. Sobre los temas Rusia, China, y en especial Irán, es un superhalcón.
Se puede decir que la pregunta más apremiante de ahora en adelante es si Trump —cuya vida le perdonó dios, de acuerdo a su propia interpretación— hace lo que sus multimillonarios donantes esperan que haga, designe a Pompeo y a gangsters similares en puestos claves, e invierta en la guerra de Israel contra Irán y el Eje de la Resistencia.
De ser ese el caso, no tendrá que preocuparse por otro disparo de francotirador fallido. Pero si de veras intenta llevar su propio juego independiente, no hay dudas de si será un muerto que camina.
Así que toda la mayoría global espera con ansiedad. ¿Cómo se traducirá el terremotrump en la esfera geopolítica MAGA? Apuestas seguras se enfocan en el uso extensivo de compañías militares privadas para “misiones” de política exterior e “intervenciones” militares elegidas y segmentadas. Los objetivos pudieran incluir cualquier actor del Sur Global, desde México —para “asegurar la frontera”— hasta Venezuela —”asegurar el petróleo”, doctrina Monroe mediante—; Yemen —para “asegurar el mar Rojo”— y, por supuesto, Irán —una enorme campaña de bombardeo para “asegurar Israel”—.
En pocas palabras: no habrá nuevas guerras —como lo prometió Trump—, tan solo algunas incursiones específicas. Más guerra híbrida en máxima sobremarcha. Brasil, ten cuidado: el terremotrump no tolerará a un miembro Brics verdaderamente soberano aumentando su influencia del Sur Global en el “hemisferio occidental”.
Abróchense los cinturones: pase lo que pase, el terremotrump está destinado a ser un viaje lleno de baches.
Por Pepe Escobar, originalmente publicado por Strategic Culture Foundation el 7 de noviembre, la traducción la realizó Diego Sequera.
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