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América LatinaEconomia

Las políticas para frenar la inflación

20 de diciembre de 2023

El principal problema para la mayoría de la sociedad en Argentina es la suba de precios. Afecta a la mayoría empobrecida, ya que al núcleo que concentra la riqueza y los ingresos, la remarcación no les limita en su capacidad de consumo y de acumulación.

La inflación no afecta por igual a la población y aun, todo quien “puede” aumentar precios, incluso pequeños empresarios, si lo convalida el consumo, lo hará, y no necesariamente le ganará al proceso inflacionario.

Sostenemos que la estrategia del gobierno de Milei apunta a inducir miedo a la hiperinflación, por lo que explica que hoy se asiste a una proyección del 1% diario, o al 3.500% anualizado, incluso aludió a un pronóstico de 15.000%, un disparate que induce el temor ante la imposibilidad de la reproducción de la cotidianeidad.

La política oficial es un chantaje para favorecer el ajuste y la regresiva reestructuración del régimen del capital.

Es una estrategia tendiente a provocar la adhesión a una política de shock en el ajuste que afecta a la mayoría empobrecida y favorece la acumulación de ganancias en el sector más concentrado de la economía, al tiempo que se generan condiciones de posibilidad para reformas estructurales regresivas en las relaciones laborales y en el ámbito previsional, entre otras.

Se alude a un problema heredado, que en parte es cierto, pero que la liberación de precios inducida exacerba las remarcaciones y agrava el cuadro de situación en los precios relativos.

La inflación es guerra de precios (competencia)

Los precios son expresión de los valores generados en el proceso de producción capitalista.

El alza de precios es un mecanismo del capital en la disputa por el excedente económico, la plusvalía.

La producción capitalista se sustenta en valores, base constitutiva de los precios, que mediante sucesivas mediaciones se presentan ante el consumidor como precios de mercado.

Estos precios de mercado no son necesariamente equivalentes al valor producido en cada rama de la producción, sino que son parte de un proceso social ampliado de producción y circulación mercantil que integra al conjunto de la economía.

Por eso, lo que ocurre en el mercado es una guerra de precios y claro, en esa disputa, los capitales más concentrados son los que definen la competencia a su favor.

Remitimos a grandes conglomerados empresarios, extranjeros y locales, que concentran la producción, las ventas y las ganancias, en la industria, el agro o los servicios.

El trabajo productivo genera valor, que lanzados al mercado se realizan mediante los precios, insistamos, en un proceso social en el cual se define la acumulación capitalista desde la centralización y concentración de capitales mediante la competencia.

La explicación teórica relativa a los precios y a la inflación debe entenderse desde la teoría del valor de Marx, por ende, de la crítica a la economía política, que es la crítica al capitalismo.

Regular la inflación es, por ende, una tarea que asumen los Estados del capitalismo desde su capacidad para disciplinar el funcionamiento en cada país de las relaciones capitalistas.

Eso podría explicar el porqué de los elevados índices inflacionarios en Argentina, ante la incapacidad del Estado local para disciplinar no solo la contradicción entre el trabajo y el capital, sino, principalmente la competencia intercapitalista, es decir, entre los principales capitales que lucha por la apropiación de valor y plusvalor.

Milei pretende que ese disciplinamiento lo logre la 2libre competencia” y por eso profetiza el fin del Estado. Es la base de su concepción “anarco capitalista”.

Siguiendo la ley del valor de Marx, verificamos que el inversor privado anticipa dinero (D) en medios de producción (MP) y en fuerza de trabajo (FT) para obtener un producto, una mercancía (M) que al llevarla al mercado la vende por un precio mayor al D originalmente invertido. Así, la producción en el capitalismo responde a la fórmula: D que compra MP y FT para producir M y obtener luego de la venta D+d, en donde d es la plusvalía. En definitiva: D – M – (D+d); o D-M-D´

Las mercancías llegan al mercado (salen a la venta), más allá de las mediaciones de intermediarios con un VALOR, que, en la complejidad del capitalismo, el PRECIO no es necesariamente igual al VALOR de cada mercancía, sino que las mercancías, portadoras de valor (trabajo socialmente necesario) se expresan en un precio de producción asociado a la composición orgánica de cada capital (c/v), o sea, la cantidad de capital constante sobre el capital variable, que es la forma de expresión del avance tecnológico aplicado al proceso productivo en el capitalismo.

Insistamos que los productos, bienes y servicios, en el mercado, tienen un precio en correspondencia con la ley del valor de Marx.

Esa ley del valor permite explicar el funcionamiento de la sociedad capitalista, monetario mercantil, basada en la explotación de la fuerza de trabajo y el saqueo de los bienes comunes.

Distintas políticas contra la inflación

La inflación es un fenómeno que expresa la disputa de los capitales por apropiarse del plusvalor generado socialmente por el trabajo productivo, aquel que produce la plusvalía o excedente económico que define la ganancia, la acumulación y la dominación capitalista.

Por eso resulta complejo asumir políticas antiinflacionarias en el marco del capitalismo.

Confrontar a la ley del valor desde la política de un Estado es un tema que el Che Guevara introdujo en el debate en los primeros años de la revolución cubana. Su estrategia apuntaba a la des-mercantilización de la economía, a una producción a contramano de la lógica mercantil y monetaria.

Es un tema que requiere desarrollo en la actualidad y constituye una asignatura pendiente en el debate teórico contemporáneo de la izquierda.

La propuesta antiinflacionaria de Milei y Caputo es una réplica bajo nuevas condiciones de los intentos de Martínez de Hoz, Cavallo o Macri en este ciclo de regresiva reestructuración capitalista entre 1976-2023.

Es una política de transferencia de ingresos desde las mayorías empobrecidas al capital más concentrado.

Una política de izquierda supone entonces, en primer lugar, combatir esta propuesta reaccionaria y generar suficiente acumulación de poder político popular para empujar políticas de distribución progresiva del ingreso que habiliten propuestas de construcción de una estrategia revolucionaria que vaya más allá del régimen del capital.

En esa perspectiva debe lucharse por modificar el modelo productivo y de desarrollo asumiendo el programa construido por el movimiento popular, sustentando las lógicas soberanas en materia de alimentación, energía o las finanzas, como parte de una perspectiva de transformación sistémica, revolucionaria, en contra y más allá del capitalismo.

Por Julio C. Gambina. Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP.

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