Opinión

Cuando agosto sea 17

8 de abril de 2025
Listo: el TSE convocó a las elecciones generales de 2025. La votación se realizará el 17 de agosto, con probabilidad de segunda vuelta en octubre. El 8 de noviembre, ni un día menos, pero tampoco ni un día más, el nuevo binomio presidencial y los asambleístas electos deben tomar la posta en los órganos Ejecutivo y Legislativo. La democracia —bien lo decía Popper— es el mejor sistema para sustituir gobernantes sin acudir al “costoso expediente de la sangre”. Celebramos.
Un principio democrático fundamental es certeza en las reglas e incertidumbre sobre el resultado, asumiendo elecciones competitivas. Las fechas ciertas también son necesarias. Durante casi tres lustros, en Bolivia la fórmula fue certeza tanto en las reglas como en el resultado. Meses antes de la votación, como tendencia, había un claro candidato ganador. En estas elecciones, la combinación es preocupante: incertidumbre en reglas y resultado. Es primordial blindar el proceso.
Hoy la incerteza se prolonga a candidaturas y fuerzas políticas. En el masismo, la facción LAC se apropió ilegalmente de la sigla, pero su candidato a la reelección pierde hasta con el margen de error. No tienen recambio. La facción EMA, en tanto, logró sigla prestada, pero puede caerse. Y su candidato enfrenta murallas para la postulación. En medio está el “factor Andrónico”, sin aval ni partido, pero con dos puertas en el campo nacional popular: MTS y Morena. No es tan simple.
En el paisaje opositor, la situación es también incierta. La oposición tradicional de derecha terminó quebrándose, tras meses de fanfarria, por decisión del precandidato Tuto, que se sabía perdedor ante Samuel. Su excusa de “legalidad” es embustera, pues la norma solo prohíbe encuestas para fines de difusión. La oposición populista de derecha, a su vez, enfrenta similar problema: dos candidatos, Manfred y Chi, que no suman uno. Y varios peques quieren “hacer el viaje”. La unidad es una careta.
Es previsible que el escenario se vaya (re)ordenando al ritmo del calendario y plazos definidos por el TSE. Habrá candidatos y partidos/alianzas y grandes promesas de campaña. Lo crítico es la incertidumbre en las reglas. La ALP no aprobó una ley específica para blindar el principio de preclusión (ya resguardado en la Ley del Régimen Electoral). Dos autoprorrogados del suprapoder TCP pueden abollar, mutilar o hasta dejar en suspenso el proceso. Sobran antecedentes.
Cuando agosto sea 17 iremos a las urnas para expresar nuestras preferencias políticas. Es la forma de elegir/delegar a quienes, durante los próximos cinco años, decidirán por nosotros. El desencanto y la desconfianza son grandes. Hay que hacerse cargo.
Por José Luis Exeni
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