Opinión
Sobre las declaraciones sobre la cognición en el altiplano

12 de septiembre de 2025
El caso de la diputada chilena María Luisa Cordero es de esos que te dejan pensando… vamos… con la seguridad de un diagnóstico clínico, afirmó que los bolivianos eran «tontorrones» por una supuesta «encefalopatía hipóxica crónica» causada por la altitud. Sus palabras sonaron muy contundentes ¿no? casi científicas, y resonaron con fuerza. Pero, ¿qué pasa cuando la ciencia de verdad, la que se construye con paciencia y datos, entra en la conversación? Justamente, para eso, tenemos los meta-análisis, lo más alto en evidencia, uno publicado por Su y su equipo en 2024 nos da la respuesta. No se trata de un estudio cualquiera, sino de una analizar 49 investigaciones empíricas diferentes, que en conjunto analizaron a 6,191 personas. Así que, con toda esta evidencia en la mano, la pregunta es ¿realmente la ciencia respalda lo que dijo la diputada, o cuenta una historia… completamente diferente? no es disparatado pensar que hay mucha pseudociencia en su afirmación.
Aquí viene el dato que lo cambia todo, el que refuta de manera definitiva y directa el núcleo del comentario de la diputada. Ella habló de las personas «nacidas en el altiplano», de una condición crónica desde el nacimiento. Pues bien, los científicos hicieron exactamente esa distinción, es decir, compararon a los inmigrantes que se mudan a la altura con los residentes de toda la vida. Los resultados son muy duro contra la tesis de Cordero. En los inmigrantes, el efecto negativo en la cognición era estadísticamente significativo (g = -0.45, con un valor p = .022, lo que indica que el resultado es real). Pero… ¿y en los residentes de toda la vida? La ciencia respondió con mucha claridad, el tamaño del efecto era minúsculo (g = -0.18) y, lo más importante, el valor de significancia era p = .605. Para quien no esté familiarizado con la estadística, un valor «p» tan alto significa que el resultado es indistinguible del azar, que no hay un efecto real. En palabras del propio estudio: «…while for lifelong HA exposure residents, the effect was not significant» (Su et al., 2024, p. 7). Traducción: «…mientras que para los residentes de toda la vida en la altura, EL EFECTO NO ERA SIGNIFICATIVO». La gente que ella señaló específicamente como afectada es, según estas montañas de evidencia (de altura considerable), la que ha desarrollado adaptaciones tan profundas que su cognición está protegida.
La verdad, como muchas veces, es diferente al pensamiento de muchos conservadores, además esto es clave para desmontar el argumento de los «tontorrones», el estudio fue explícito al señalar qué capacidades permanecen intactas. Como dice el texto original: «However, perceptual processes, inhibitory control, and problem-solving abilities remain unaffected» (Su et al., 2024, p. 1) es decir, «los procesos perceptivos, el control inhibitorio y las habilidades para resolver problemas permanecen inalterados». El cerebro no se vuelve «tonto», sino que parece redistribuir sus recursos, protegiendo las funciones ejecutivas superiores que nos permiten razonar y tomar decisiones complejas.
La ciencia no encontró la enfermedad que la diputada diagnosticó, encontró, en cambio, una historia de resiliencia y adaptación humana, de lo interesante que es el cerebro humano. Sabemos que la diputada ha sido expulsada por el Colegio Médico de Chile, probablemente ese debería ser el indicio, nos recuerda que ante aseveraciones así, siempre hay que ser escépticos.
Por Ricardo Alonzo Fernandez Salguero
Referencia
Su, R., Jia, S., Zhang, N., Wang, Y., Li, H., Zhang, D., Ma, H., & Su, Y. (2024). The effects of long-term high-altitude exposure on cognition: A meta-analysis. Neuroscience and Biobehavioral Reviews, 161, 105682.